A los señores miembros de la Asamblea General de la
ONU:
Los
abajo firmantes, fabricantes
de candelas, velas, lámparas, candeleros, faroles, apagavelas,
apagadores, así como de sebo, aceite, resina, alcohol y en general de todo lo
que se refiere al alumbrado natural, pedimos protección contra la competencia
desleal que nos hacen los que están en contra del cambio climático.
El cambio climático, como es comúnmente
aceptado entre la comunidad científica internacional, es una variación en la
estadística de los patrones meteorológicos durante un periodo que abarca varios
millones de años y puede referirse tanto al promedio como a la modificación temporal de los mismos. Estas variaciones se elaboran pese a
los posibles errores en los modelos, a las limitaciones en la capacidad de
procesamiento, al escaso conocimiento o hasta la indisponibilidad de las
observaciones, y pese a que hay fenómenos en pequeña escala que solo están recogidos de forma aproximada o muy escasa.
Los
que estamos en contra de los que están en contra de atribuir un origen humano
al cambio climático decimos que eso perjudica la concienciación y la
uniformidad en la universalización de la respuesta a la problemática climática;
como por ejemplo hace Donald Trump, quien también está en contra del Acuerdo de
Paris, que establece medidas para la reducción de las emisiones de gases de
efecto invernadero (p.e. el vapor de agua, el dióxido de carbono, el metano, el
oxido de nitrógeno y el ozono) sin los cuales la temperatura promedio en la
superficie de La Tierra sería de −18 °C.
Aunque, como es popularmente conocido, lo peor no es el frío sino el viento.
El
cambio climático puede atribuirse a los mencionados factores humanos, pero
también se puede originar por factores bióticos o tectónicos o volcánicos o solares. Tomemos por ejemplo uno de los más sobresalientes,
que es la variación del brillo solar, o sea las fluctuaciones en la cantidad de
energía emitida por el Sol. Estas variaciones se pueden dar tanto en la
luminosidad como en el viento solar o en el campo magnético, las cuales se
pueden calcular a partir de modelos de evolución de las estrellas.
Actualmente
se sabe que en los primeros momentos de existencia de la Tierra, el Sol emitía solo el 70 % de la energía que desprende hoy y la temperatura
de equilibrio en nuestro planeta era de -41 °C. O sea que hacía un frío que
pelaba. Pero eso, curiosamente, no fue obstáculo para que hubiera vida desde
hace 3.800 millones de años. La explicación a este fenómeno resulta que solo
puede ser que entonces había una atmósfera con mucha más concentración de CO2 que la actual, o sea con más efecto
invernadero, o por decirlo de otra manera, que había más contaminación que
ahora, lo cual nos deja además de helados, totalmente atónitos.
Como,
a pesar de los malabarismos que pretende hacer entre el desarrollo sostenible,
la erradicación de la pobreza y el mundo de las finanzas, no hay forma ni de
entender ni de entrar en calor leyendo el Acuerdo de Paris, pues el artículo 2º dice que su objeto es a)
Mantener el aumento de la temperatura media mundial muy por debajo de 2º C con
respecto a los niveles preindustriales, y proseguir los esfuerzos para limitar
ese aumento de la temperatura a 1,5º C con respecto a los niveles
preindustriales, reconociendo que ello reduciría considerablemente los riesgos
y los efectos del cambio climático; b) Aumentar la capacidad de adaptación a
los efectos adversos del cambio climático y promover la resiliencia al clima y
un desarrollo con bajas emisiones de gases de efecto invernadero, de un modo
que no comprometa la producción de alimentos; c) Elevar las corrientes
financieras a un nivel compatible con una trayectoria que conduzca a un
desarrollo resiliente al clima y con bajas emisiones de gases de efecto
invernadero.”
Y
como EEUU se ha dado de baja del citado Acuerdo y Donald Trump ya ha firmado una orden ejecutiva
con medidas que suponen el abandono de las restricciones a las emisiones
contaminantes de la explotación de petróleo y gas en terrenos públicos y
elimina la obligación de tener en cuenta el impacto
ecológico, y
aunque la Unión Europea y China consideran que la acción climática
y la transición hacia energías limpias es un
imperativo más importante que nunca, sin embargo no han
logrado ponerse de acuerdo sobre la economía de mercado.
Solicitamos:
Que
tengan vds. a bien hacer una ley para eliminar cualquier forma de
aprovechamiento directo de la energía de la Naturaleza, y ordenen el cierre de
todas las ventanas, tragaluces, pantallas, contraventanas, postigos, cortinas,
cuarterones, claraboyas, persianas, aberturas, huecos, hendiduras y fisuras en
general, por las que la luz del Sol tiene la costumbre de penetrar en las
casas, de tal manera que vivamos totalmente a oscuras.